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sábado, 24 de marzo de 2018
CARTA AL CIELO
Querido Dios:
Aquí
los días son cortos
y
el frío cala los huesos,
los
campos parecen dormidos
guardando
otoñal silencio,
noviembre
agoniza eterno
a
las puertas del invierno,
con
ese gélido aliento
que
hace rilar al viento
hasta
la noche en el cielo
dibuja
estrellas de hielo.
En
fin,
Tú
ya sabes lo que es esto
pues
muchos son los otoños
que
alberga tu silencio,
los
hombres parecen
ignorar
el sentimiento
y
se alejan del Amor
con
irreverente gesto,
se
olvidan del corazón
sucumbiendo
a la sinrazón
de
su egoísta cerebro
Por
favor,
no
olvides regalarnos
con
la calma de tu voz,
no
olvides entusiasmarnos
en
nuestro intento cotidiano
de
dibujar un mundo mejor,
que
aquí te necesitamos
para
aprender sin reparo
a
usar la palabra perdón,
a
regalar nuestras manos
en
medio de tanto dolor.
Querido
Dios:
Espero tu
contestación.
martes, 13 de marzo de 2018
Recitando a Rosalía de Castro, enorme poeta gallega
Los unos altísimos (Rosalía de Castro)
Los
unos altísimos,
los otros menores,
con su eterno verdor y frescura,
que inspira a las almas
agrestes canciones,
mientras gime al chocar con las aguas
la brisa marina de aromas salobres,
van en ondas subiendo hacia el cielo
los pinos del monte.
De la altura la bruma desciende
y envuelve las copas
perfumadas, sonoras y altivas
de aquellos gigantes
que el Castro coronan;
brilla en tanto a sus pies el arroyo
que alumbra risueña
la luz de la aurora,
y los cuervos sacuden sus alas,
lanzando graznidos
y huyendo la sombra.
los otros menores,
con su eterno verdor y frescura,
que inspira a las almas
agrestes canciones,
mientras gime al chocar con las aguas
la brisa marina de aromas salobres,
van en ondas subiendo hacia el cielo
los pinos del monte.
De la altura la bruma desciende
y envuelve las copas
perfumadas, sonoras y altivas
de aquellos gigantes
que el Castro coronan;
brilla en tanto a sus pies el arroyo
que alumbra risueña
la luz de la aurora,
y los cuervos sacuden sus alas,
lanzando graznidos
y huyendo la sombra.
El viajero, rendido y
cansado,
que ve del camino la línea escabrosa
que aún le resta que andar, anhelara,
deteniéndose al pie de la loma,
de repente quedar convertido
en pájaro o fuente,
en árbol o en roca.
que ve del camino la línea escabrosa
que aún le resta que andar, anhelara,
deteniéndose al pie de la loma,
de repente quedar convertido
en pájaro o fuente,
en árbol o en roca.
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